Las braguitas son, sin duda, la parte más erótica de la lencería femenina. Muchas veces, una chica en braguitas nos da más morbo que completamente desnuda. El cénit del morbo se alcanza en el momento de quitárselas.
Por qué nos dan tanto morbo las braguitas de las chicas? ¿Es por lo que esconden? ¿Es porque son la última barrera antes de su desnudez total? ¿Es porque realzan aún más si cabe la figura femenina? ¿Es porque están en íntimo contacto con nuestro más preciado objeto de deseo? ¿Es por todo a la vez? Sea como sea lo cierto es que las braguitas de las chicas tienen un morbo espectacular.
Lo tienen incluso cuando están colgadas en la tienda, antes de que las compren, cuando nos preguntamos cómo pueden ponerse alto tan pequeño y si realmente algo tan pequeño sirve para algo. Pues sí, ellas saben sacarle una inmensa utilidad a ese trozo diminuto de tela muchas veces trasparente. Nunca tan poco había tapado tanto y tan importante. Pero claro, tienen que llevarlas puestas para que podamos disfrutar del momento de quitárselas, uno de los momentos más morbosos de la acción sexual, el de descubrir su secreto mejor guardado, su coñito, la puerta por donde penetrarlas y acceder al interior de su cuerpo, ese lugar en el que nuestras pollas querrían estar siempre.