Un siglo de Vida – Un siglo de Fantasía
El 6 de octubre de 1889, en el elegante barrio de Montmatre de París, nacía una nueva concepción del espectáculo. Era un domingo por la tarde, y los ocupantes de los ostentosos coches de tiro que se apostaban a las puertas del Moulin Rouge ignoraban que la contemplación del espectáculo que iban a presenciar sería el inicio de una nueva fantasía. Una fantasía que ha ido acrecentándose y que, después de más de un siglo de vida, continúa convirtiendo cada noche en una auténtica fábrica de ensueños. Un baile, el French-cancán, y la magia del Bal del Moulin Rouge convertían a París en el corazón del mundo.
Este nuevo estremecimiento, como se atrevió a definirlo el novelista Armand Lanoux, era el resultado del esmerado trabajo de la cuadrilla del Moulin Rouge. La fantasía, el color, la magia, el ritmo, el humor, el erotismo y la gastronomía tomaban forma de la mano de su fundador Zidler, y el cancán, que desde entonces se identificaría como French-Cancán, serían los protagonistas inconfundibles e inseparables de las noches parisinas.
Espectáculos como la Goulue, Grille d’Egout, Rayon d’Or, Nini Pattes-en-L’Air, o los inolvidables Jane Avril, Valentin Le Désosse o Yvette Guilbert, son evocados por los que conocieron su esplendoroso despertar. El cine hizo también revivirlo con los filmes históricos «Moulin Rouge» y «French-Cancán».
Intelectuales, pintores – Toulosse-Lautrec lo ilustró perfectamente – así como la prensa y la televisión, han memorado lo que ya es una leyenda.
El templo del Music-Hall
El Moulin Rouge se convierte en una cita ineludible para el visitante de París. Sus noches siguen vistiéndose de volantes, adornos vaporosos que cubren estilizados cuerpos, también de ilustres personajes que no dudan visitar el templo del musical-hall. Sólo una vez cerró sus puertas acorde al desafortunado acontecimiento que sacudió Europa y que incluso apagó la luz del Molino. Fue en 1915, con motivo de la primera guerra mundial. Pero volvería a iniciar sus espectáculos, con más fuerza aún, en 1921. Aunque para los parisinos cada noche sea el colofón de un día más, cuando la ciudad se va apagando, un estallido de color y magia se centra en un punto: el Moulin Rouge, donde las fantasías de nuestros sueños se hacen realidad. Acelerados ritmos, ostentosos trajes, flashes de color, cuerpos entrelazados, fantasías, humor y componentes eróticos se entremezclan. Un viaje de ensueño que cada noche es posible por la «troupe» del Bal de Moulin Rouge.