Romanticismo lascivo

romanticismo lascivo

Relato Enviado por Nuria – Málaga

Cierta tarde de aburrimiento y soledad, cuando más necesitada de hombre me encontraba, se me ocurrió anunciarme en la web de contactos pasion.com (tristemente desaparecida por la ley del «Solo SÍ es SÍ que ha prohibido la prostitución en España»), dejando este tema a un lado, en realidad, más que una mujer dominada por el sexo soy una persona romántica, puse unas gotas de sentimentalismo en mi anuncio de contacto. Por eso, al encontrarme con Roberto, el desconocido que más me gustó de todos los que escribieron ávidos a mi correo, le hablé un rato largo del amor limpio y puro.

El muchacho – pues se trataba de un hombre bastante joven- siguió mi conversación con cierto asombro, mirándome con lujuria. No hay nada -le dije varias veces- que más nos acerque a los animales como los encuentros amorosos nacidos exclusivamente del sentimiento carnal y sin elevación espiritual alguna. Sin embargo, a pesar de la exquisitez de mis palabras, yo miraba con furgor la entrepierna de mi interlocutor.

No es que el bulto de su bragueta fuera tremendo, pero si que parecía corresponder al de una suculenta polla. Con aquellas miradas, lo único que logré fue excitarme profundamente y conseguir que mi coño comenzase a rezumar. Se impusieron entonces mis ansias carnales sobre mis expresiones de mujer educada y correcta.

Roberto se dio cuenta de ello y cortándome en seco, me dijo:

Escucha, querida, me gusta mucho tu romanticismo, me encantan tus frases de corazón limpio y sano, pero me gustan mucho más tus tetas. ¿Qué quieres que te diga?

Me quedé paralizada e instintivamente traté de cubrir con las manos el escote de mi blusa.

No, no te tapes. Por mucho que lo intentes no voy a dejar de suponer que eres dueña de dos hermosas tetas, que deseo y necesito acariciar lo antes posible. Yo también soy romántico como tú, pero ante todo soy un hombre que ha acudido a tu cita con el único pensamiento de hacer el amor.

Comprendí que tenía razón: Yo me había anunciado en la famosa web de contactos adultos pasion.com buscando sexo y él había contestado a mi reclamo. A partir de ese momento los dos nos sentimos más relajados y, sobre todo, mucho más dispuestos a follar.

Nos encontrábamos en mi casa, un pequeño pisito de soltera que tengo en una zona residencial de Málaga. La paz y la tranquilidad era absoluta. Comenzaba a anochecer.

–Ven aquí. -Le dije atrayéndole hacia a mí para desabrocharle la camisa.

Yo también quería descubrirle el pecho, acariciar su vello y aspirar su aroma.  Él liberó mis pechos del sujetador y me los besó. Me los besó, suavemente, sin prisa alguna. Toda la noche iba a ser para nosotros dos. Le gustaron mis tetas y, sobre todo, los gruesos pezones que las adornan.

Su lengua inició un dulce recorrido por ellos, un experto recorrido que me enardeció. La mujer romántica de los primeros minutos de nuestro encuentro, comenzó a transformarse en una hembra libidinosa y dispuesta a sacar todo el partido posible de aquel primer encuentro que había comenzado por el espíritu y tendría que terminar necesariamente por la carne.

Mucho antes de lo previsto estábamos los dos desnudos, revolcándonos en la cama y comiéndonos mutuamente. Comencé a hacerle una paja en toda regla. Tumbado él, permaneció quieto y abierto de piernas. Cerró los ojos y dejó que yo manipulara la polla a mi antojo. A mí -no sé por qué- me apetecía de repente sentir aquella dura carne, convulsa y dilatada, entre mis manos. ¡Cómo disfruté! El chiquillo se deshacía de gusto y yo me encontraba en el séptimo cielo.

— ¡Qué bien! ¡Qué bien lo haces! Le oía decir.

Continué meneándosela mientras cubría de besos todo su cuerpo. Soy muy romántica, pero también muy viciosa si es preciso. Lubriqué con mi boca la verga que tenía entre las manos. Dejé de pajearle y la mamé durante largo.

Luego, abriéndome de piernas totalmente, me senté sobre ella para metérmela hasta la raíz. Mi vagina cuajada de jugos la aprisionó inmediatamente y me la metí toda entera. Sentí que me llegaba hasta la matriz. Comencé a subir y bajar por aquel pedazo de carne que no se ablandaba nunca, obteniendo un inmenso placer y proporcionándoselo a mi compañero. Antes de que él eyaculase, me corrí varias veces. Disfruté de varios orgasmo únicos muy intensos.

El me había sujetado por las caderas siguiendo el ritmo de mis subidas y bajadas,  una y otra vez, me metía y sacaba la polla con maestría. Por eso yo no podía contener mis corridas. Yo quería, necesitaba, que él se corriera también. Pero por más que yo lo intentaba, aquel pedazo de semental no explotaba, no derramaba dentro de mí la enorme cantidad de semen que yo sentía acumulada en sus pelotas. No pude aguantar más y le grité:

— ¡Córrete, maldito, córrete de una vez y lléname de esperma!

Y de una vez, por fin,  se corrió al escuchar mis angustiosas palabras. Me llenó de leche. Me inundó de placer y me hizo bendecir la tarde en que se me ocurrió anunciarme en la página de contactos de pasion.com.

Plagiar es delito. Web protegida por © Copyright